Llamamiento de Besalel y de Aholiab
(Ex 35.30—36.1)
1 El Señor habló con Moisés, y le dijo:
2 «Mira, yo he llamado por su nombre a Besalel hijo de Uri, hijo de Jur, de la tribu de Judá.
3 Lo he llenado del espíritu de Dios en sabiduría, inteligencia y ciencia, y en todo arte,
4 para crear nuevos diseños y trabajar en oro, plata y bronce,
5 y en el arte de engastar piedras preciosas y de trabajar la madera, y de realizar toda clase de trabajos.
6 Como podrás ver, he designado también a Aholiab hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, y a todos los de corazón sabio les he dado la capacidad de hacer todo lo que te he mandado:
7 el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, el propiciatorio que va sobre ella, todos los utensilios del tabernáculo,
8 la mesa y sus utensilios, el candelero de oro puro y todos sus utensilios, el altar del incienso,
9 el altar del holocausto y todos sus utensilios, la fuente y su base,
10 las vestiduras del servicio, las vestiduras santas para Aarón el sacerdote, las vestiduras de sus hijos para que ejerzan el sacerdocio,
11 el aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario. Deberán hacerlo todo según lo que te he ordenado.»
El día de reposo como señal
12 Además, el Señor habló con Moisés, y le dijo:
13 «Tú hablarás con los hijos de Israel, y les dirás: “Ustedes deberán respetar mis días de reposo, porque es una señal entre ustedes y yo por todas las generaciones, para que sepan que yo soy el Señor, que los santifico.
14 Así que respetarán el día de reposo, porque es para ustedes un día santo. El que lo profane, será condenado a muerte. Sí, cualquiera que haga algún trabajo en ese día, será expulsado de su pueblo.”
15 Seis días se trabajará, pero el día séptimo es día de reposo consagrado a mí; cualquiera que trabaje en el día de reposo, será condenado a muerte.
16 Así que los hijos de Israel respetarán el día de reposo y lo celebrarán por todas las generaciones como un pacto perpetuo.
17 Será una señal para siempre entre los hijos de Israel y yo, porque yo, el Señor, hice en seis días los cielos y la tierra, y el séptimo día reposé.»
El becerro de oro
(Dt 9.6-29)
18 Cuando Dios terminó de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le dio las dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas por el dedo mismo de Dios.