El eterno amor del Señor por Israel
1 Así ha dicho el Señor:
«¡Regocíjate, mujer estéril, tú que no dabas a luz! ¡Eleva tu canto y da voces de júbilo, tú que nunca estuviste de parto! ¡Más hijos tendrá la desamparada que la casada!
2 ¡Extiende el sitio de tu tienda! ¡Alarga las cortinas de tus aposentos! ¡No te midas! ¡Extiende las cuerdas y refuerza las estacas!
3 Porque vas a extenderte a la derecha y a la izquierda, y tu descendencia heredará naciones y habitará las ciudades asoladas.
4 »No tengas miedo, que no serás confundida; no te avergüences, que no serás afrentada. Al contrario, te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y no volverás a acordarte de la afrenta de tu viudez.
5 Tu marido es tu Creador, y su nombre es el Señor de los ejércitos; tu Redentor es el Santo de Israel, y su nombre es el Dios de toda la tierra.
6 Yo, el Señor, te lo he dicho: Te llamé cuando eras una mujer abandonada y de espíritu decaído; cuando eras como una joven esposa que ha sido repudiada.
7 Es verdad: te abandoné por un poco de tiempo, pero volveré a recogerte con grandes misericordias.
8 Estaba yo un poco enojado cuando por algún tiempo no quise ni verte; pero volveré a tenerte compasión y misericordia eterna. Lo digo yo, que soy tu Señor y Redentor.
9 »Esto será para mí semejante a los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas del diluvio volverían a cubrir la tierra. Ya he jurado que no volveré a enojarme contra ti, ni te reñiré.
10 Podrán moverse los montes, podrán temblar las colinas, pero mi misericordia jamás se apartará de ti, ni se romperá mi pacto de paz contigo. Lo digo yo, el Señor, quien tiene de ti misericordia.
11 »¡Pobrecita! La tempestad te ha azotado, y nadie te ha brindado consuelo. Pero voy a ponerte por cimientos piedras de carbunclo y de zafiro.
12 Tus ventanas las haré de piedras preciosas, tus puertas serán de piedra de carbunclo, y toda tu muralla será de piedras preciosas.
13 Yo, el Señor, enseñaré a todos tus hijos, y su paz se verá multiplicada.
14 Tu adorno será la justicia. Y no tendrás nada que temer porque la opresión se alejará de ti, y nunca más se te volverá a acercar.
15 Si alguno conspira contra ti, no será con mi ayuda; el que contra ti conspire, caerá muerto ante tus propios ojos.
16 Yo he creado al herrero, al que atiza las ascuas en el fuego y saca luego la herramienta para hacer su obra; y yo he creado también al destructor, para que destruya.
17 No saldrá victoriosa ninguna arma que se forje contra ti. Y tú condenarás a toda lengua que en el juicio se levante contra ti. Esta es la herencia de los siervos del Señor. Su salvación viene de mí. Yo, el Señor, lo he dicho.