Salomón se casa con la hija del faraón
1 El rey Salomón se casó con la hija del faraón, rey de Egipto, y quedó emparentado con él. Luego llevó a su esposa a la ciudad de David mientras terminaban de construir su palacio, el templo del Señor y las murallas de Jerusalén.
2 En esos tiempos el pueblo ofrecía sus sacrificios al Señor en los altares que estaban en lo alto de los montes, porque aún no se había construido un templo para el Señor.
Salomón pide sabiduría
(2 Cr 1.1-13)
3 Salomón amaba al Señor y cumplía los estatutos ordenados por su padre David, pero también ofrecía sacrificios y quemaba incienso al Señor, en los altares de los montes.
4 Salomón acostumbraba ofrecer sus sacrificios en Gabaón, porque era el altar principal, y allí ofrecía mil holocaustos.
5 Pero una noche en que Salomón dormía en Gabaón, el Señor se le apareció en sueños y le dijo:
«Pídeme lo que quieras que yo te conceda.»
6 Entonces Salomón dijo:
«Tu misericordia siempre acompañó a tu siervo, mi padre David, porque se condujo delante de ti con sinceridad, y fue un hombre justo y te entregó su corazón. Tú has sido misericordioso con él porque le has concedido que un hijo ocupe su trono, como hoy podemos verlo.
7 Ahora, Señor y Dios mío, tú me has puesto en el trono que ocupó mi padre David. Reconozco que soy muy joven, y que muchas veces no sé qué hacer.
8 Este siervo tuyo se halla en medio del pueblo que tú escogiste, y que es tan numeroso que es imposible contarlo.
9 Yo te pido que me des un corazón con mucho entendimiento para gobernar a tu pueblo y para discernir entre lo bueno y lo malo. Porque ¿quién es capaz de gobernar a este pueblo tan grande?»
10 Al Señor le agradó la petición de Salomón.
11 Entonces le dijo:
«Puesto que me has pedido esto, y no una larga vida ni muchas riquezas, ni tampoco pediste vengarte de tus enemigos, sino que pediste inteligencia para saber escuchar,
12 voy a hacer lo que me has pedido. Voy a darte un corazón sabio y sensible, como nadie lo ha tenido antes ni lo tendrá después de ti.
13 Además, voy a darte las cosas que no me pediste: Muchas riquezas y fama, a tal grado que, mientras vivas, no habrá ningún otro rey como tú.
14 Y si caminas por mis sendas, y cumples mis estatutos y mandamientos, como lo hizo David tu padre, yo te concederé una larga vida.»
15 Cuando Salomón despertó de su sueño, fue a Jerusalén y se presentó delante del arca del pacto del Señor, y ofreció holocaustos y sacrificios de paz; y luego hizo un banquete para todos sus siervos.
Sabiduría y prosperidad de Salomón
16 Por esos días dos prostitutas se presentaron ante el rey,
17 y una de ellas dijo:
«Su Majestad, esta mujer y yo vivimos en una misma casa, y mientras yo estaba allí, tuve un hijo.
18 Tres días después, y mientras las dos vivíamos juntas, también ella tuvo un hijo. Nadie más estaba en la casa, sino solo nosotras dos.
19 Pero una noche ella se acostó sobre su niño, y el niño murió.
20 Entonces se levantó a medianoche, tomó a mi hijo, que dormía junto a mí, y lo puso a su lado, y entonces puso al niño muerto junto a mí.
21 En la madrugada, cuando me levanté para darle el pecho a mi hijo, me di cuenta de que estaba muerto; y cuando lo observé bien por la mañana, me di cuenta de que no era mi hijo.»
22 La segunda mujer dijo entonces:
«¡El niño vivo es mío; el que está muerto es el tuyo!»
Pero la primera mujer insistía:
«No, el niño muerto es tu hijo; el mío es el que está vivo.»
23 Entonces el rey dijo:
«Una de ustedes afirma que su hijo está vivo, y que el niño muerto es de la otra; y la otra afirma que el niño vivo es el suyo, y que el niño muerto es de la otra.»
24 Entonces el rey dio una orden:
«¡Tráiganme una espada!»
En cuanto se la llevaron,
25 el rey ordenó:
«Traigan al niño vivo, y pártanlo por la mitad, y den una mitad a una, y la otra mitad a la otra.»
26 Entonces la madre del niño vivo, llena de compasión por su hijo, suplicó al rey:
«¡Ay, Su Majestad! ¡No lo maten! ¡Que se quede esa mujer con el niño vivo!»
Pero la otra dijo:
«Ni para ti, ni para mí. ¡Que lo partan por la mitad!»
27 Entonces el rey intervino, y dijo:
«Entreguen el niño vivo a esta mujer, que es la verdadera madre.»
28 Y cuando todo el pueblo de Israel supo del juicio que había emitido el rey, sintieron respeto por él, pues se dieron cuenta de que Dios le había dado sabiduría para impartir justicia.
Salomón se casa
1 Salomón se casó con la hija del rey de Egipto, y además hizo un pacto de paz con él. Luego llevó a su esposa a vivir en la parte más antigua de Jerusalén, conocida como Ciudad de David. Mientras tanto, él se dedicó a terminar de construir su palacio, el templo de Dios y el muro que rodeaba toda la ciudad.
2 En aquel tiempo el pueblo ofrecía sus sacrificios a Dios en pequeños templos, porque todavía no se había construido un templo para Dios.
Salomón pide sabiduría
(2 Cr 1.1-13)
3 Salomón amaba a Dios y seguía las instrucciones que le había dado su padre, David. Sin embargo, ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los pequeños santuarios. 4 El santuario más importante de todos estos estaba en Gabaón. Un día, el rey fue allá y ofreció muchos sacrificios. 5 Esa noche, Salomón la pasó en Gabaón. Mientras dormía, Dios se le apareció en un sueño y le dijo:

—Pídeme lo que quieras; yo te lo daré.

6-7 Salomón contestó:

—Dios mío, tú amaste mucho a mi padre David, y fuiste muy bueno con él, porque él te sirvió fielmente, fue un buen rey y te obedeció en todo. Además, permitiste que yo, que soy su hijo, reine ahora en su lugar. Pero yo soy muy joven, y no sé qué hacer. 8-9 Y ahora tengo que dirigir a tu pueblo, que es tan grande y numeroso. Dame sabiduría, para que pueda saber lo que está bien y lo que está mal. Sin tu ayuda yo no podría gobernarlo.

10 A Dios le gustó que Salomón le pidiera esto, 11 y le dijo:

—Como me pediste sabiduría para saber lo que es bueno, en lugar de pedirme una vida larga, riquezas, o la muerte de tus enemigos, 12 voy a darte sabiduría e inteligencia. Serás más sabio que todos los que han vivido antes o vivan después de ti. 13 Pero además te daré riquezas y mucha fama, aunque no hayas pedido eso. Mientras vivas, no habrá otro rey tan rico ni tan famoso como tú. 14 Y si me obedeces en todo como lo hizo tu padre, vivirás muchos años.

15 Cuando Salomón se despertó, se dio cuenta que había estado soñando. Después fue a Jerusalén y de pie, ante el cofre del pacto de Dios, presentó sacrificios y ofrendas de paz. Cuando terminó, hizo una fiesta para todos sus asistentes y consejeros.
Salomón comienza bien su reinado
16 Poco tiempo después, dos prostitutas fueron a ver al rey. 17 Una de ellas le dijo:

—Majestad, nosotras dos vivimos en la misma casa. Yo tuve un hijo, 18 y tres días después, también esta mujer tuvo el suyo. Solo nosotras dos estábamos en la casa.
19 »Una noche, el bebé de esta mujer murió porque ella lo aplastó mientras dormía. 20 A media noche se despertó, y al ver que su hijo estaba muerto, lo cambió por el mío. 21 A la mañana, cuando desperté, y quise darle leche a mi hijo, me di cuenta de que el bebé estaba muerto, pero cuando ya hubo más luz en la habitación, descubrí que no era mi hijo.

22 La otra mujer dijo:

—No, el niño que vive es mi hijo. El que está muerto es el tuyo.

La mujer que había hablado primero le contestó:

—No, el niño muerto es tu hijo. ¡El mío es el que está vivo!

Y así estuvieron discutiendo delante del rey. 23 Entonces Salomón dijo:

—Una de ustedes dice: “Mi hijo está vivo, y el tuyo muerto”. Y la otra contesta: “No, el niño muerto es el tuyo, y el mío es el que está vivo”.

24 Salomón se dirigió a sus ayudantes y les pidió que trajeran una espada. Cuando se la llevaron, 25 Salomón ordenó:

—Corten al niño vivo en dos mitades, y denle una mitad a cada mujer.

26 Entonces la verdadera madre, llena de angustia, gritó:

—¡Por favor, Su Majestad! ¡No maten al niño! Prefiero que se lo den a la otra mujer.

Pero la otra mujer dijo:

—¡Ni para ti ni para mí! ¡Que lo partan en dos!

27 Entonces el rey ordenó:

—No maten al niño. Entréguenlo a la que no quiere que lo maten. Ella es su verdadera madre.

28 Todo el pueblo de Israel escuchó cómo el rey había solucionado este problema. Así Salomón se ganó el respeto del pueblo, porque ellos se dieron cuenta de que Dios le había dado sabiduría para ser un buen rey.