Ezequías, rey de Judá
(2 R 18.1-3)
1 Ezequías tenía veinticinco años de edad cuando comenzó a gobernar sobre Judá. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró veintinueve años. Su madre se llamaba Abí, era hija de Zacarías.
2 Ezequías obedeció a Dios, tal como lo había hecho el rey David. 3 En el mes de Abib, del primer año de su reinado, Ezequías ordenó que las puertas del templo se abrieran y fueran reparadas. 4 Después reunió a los sacerdotes y a sus ayudantes en el patio que estaba al este del templo, 5 y les dijo:

«Escúchenme con atención: Es urgente que ustedes se preparen para honrar al Dios de sus antepasados y que preparen también su templo. Saquen de allí todo lo que a Dios no le agrada.
6 »Nuestros antepasados dejaron de adorar a Dios y abandonaron su templo. Desobedecieron a nuestro Dios, 7 pues cerraron las puertas de su templo y dejaron de adorarlo; apagaron las lámparas, dejaron de quemar incienso y no volvieron a presentar ofrendas en su honor.
8 »Por eso Dios castigó a los habitantes de Judá y de Jerusalén. Fue tan terrible el castigo, que no salíamos de nuestro asombro. 9 Nuestros padres murieron en batalla, y nuestros enemigos se llevaron prisioneros a nuestros hijos, hijas y esposas.
10 »Pero si hacemos un pacto con nuestro Dios, podremos volver a agradarle. 11 Dios los ha elegido a ustedes para que estén siempre a su servicio, y para que lo adoren. Por eso ahora les pido, amigos míos, que no sean perezosos y cumplan con su deber».
Los levitas preparan el templo
12 Esta es la lista de los ayudantes de los sacerdotes que respondieron al llamado del rey:

De los descendientes de Quehat:
Máhat hijo de Amasai,
Joel hijo de Azarías.

De los descendientes de Merarí:
Quis hijo de Abdí,
Azarías hijo de Jehaleel.

De los descendientes de Guersón:
Joah hijo de Zimá,
Edén hijo de Joah.

13 De los descendientes de Elisafán:
Simrí,
Jehiel.

De los descendientes de Asaf:
Zacarías,
Matanías.

14 De los descendientes de Hemán:
Jehiel,
Simí.

De los descendientes de Jedutún:
Semaías,
Uziel.

15-17 El día primero, del mes de Abib, todos ellos obedecieron al rey, siguiendo las instrucciones de la ley de Dios. De inmediato reunieron a sus parientes, y todos se prepararon para adorar a Dios. Luego los sacerdotes entraron en el templo para prepararlo. Encontraron muchos objetos que no agradaban a Dios, y los sacaron al patio del templo para que los ayudantes los tiraran al arroyo llamado Cedrón.
Tardaron ocho días en preparar la parte de afuera del templo, y otros ocho, para preparar el interior. El día dieciséis del mes de Abib terminaron de hacer todo esto. 18 Luego fueron al palacio del rey Ezequías, y le dijeron:

«Ya terminamos de purificar el templo, incluyendo el altar de los sacrificios, la mesa de los panes y todos los utensilios. 19 También hemos preparado y colocado ante el altar todos los utensilios que desechó el rey Ahaz cuando desobedeció a Dios».

20 Al día siguiente, muy temprano, el rey Ezequías reunió a los jefes más importantes de la ciudad y se fue con ellos al templo de Dios. 21 Llevaron como ofrendas siete toros, siete carneros y siete corderos. También llevaron siete cabritos para pedir perdón a Dios por los pecados de la familia del rey, por los pecados del pueblo de Judá, y para hacer del templo un lugar aceptable para Dios.
El rey entregó los animales a los sacerdotes descendientes de Aarón, para que los sacrificaran sobre el altar de Dios. 22 Y así lo hicieron los sacerdotes. Luego, con la sangre de los animales rociaron el altar. 23-24 Como el rey les había ordenado que presentaran la ofrenda para el perdón del pecado de todo el pueblo, los sacerdotes tomaron los cabritos y le pidieron al rey y a los que estaban reunidos con él, que pusieran las manos sobre los animales. Entonces los sacerdotes mataron a los cabritos y derramaron su sangre sobre el altar.
25-28 Mucho tiempo atrás, Dios les había indicado a David y a los profetas Gad y Natán, que los ayudantes de los sacerdotes debían adorarle con música. Entonces Ezequías les ordenó que se pusieran de pie en el templo de Dios, mientras que los sacerdotes tocaban las trompetas.
Por eso, en cuanto Ezequías dio la orden de que los sacerdotes empezaran a presentar los sacrificios, sus ayudantes comenzaron a tocar los platillos y las arpas, y otros instrumentos de cuerdas. Mientras terminaban de presentar los sacrificios, el pueblo adoraba a Dios de rodillas, el coro cantaba y los demás sacerdotes tocaban las trompetas.
29 Al terminar, el rey y todos los que estaban con él también se arrodillaron y adoraron a Dios. 30 Entonces Ezequías y los principales jefes del pueblo ordenaron a los ayudantes de los sacerdotes que le cantaran a Dios los salmos de David y del profeta Asaf. Ellos obedecieron y cantaron con mucha alegría, y al final también se arrodillaron y adoraron a Dios.
31 Después de esto, Ezequías animó a la gente para que también llevaran al templo de Dios sacrificios y ofrendas de gratitud, como señal de que se habían comprometido a obedecer a Dios. Y todo el pueblo le llevó a Dios, con toda sinceridad, sacrificios y ofrendas de gratitud. 32 Esta fue la cantidad de animales que presentaron para honrar a Dios: setenta toros, cien carneros, y doscientos corderos. 33 Además, presentaron como ofrenda un total de seiscientas reses y tres mil ovejas, para pedirle a Dios su bendición.
34-35 Cuando Ezequías les ordenó a los ayudantes de los sacerdotes que se prepararan para adorar a Dios, ellos lo hicieron de inmediato; pero los sacerdotes no lo hicieron así. Por eso, y como no había suficientes sacerdotes para ofrecer los sacrificios, sus ayudantes, que eran de la misma tribu, tuvieron que ayudarlos.
Así fue como se volvió a rendir culto a Dios en el templo. 36 Y como Dios los había ayudado para que hicieran todo esto rápidamente, Ezequías y todo el pueblo se llenaron de alegría.
Reinado de Ezequías
(2 R 18.1-3)
1 Ezequías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre se llamaba Abías, y era hija de Zacarías.
2 Y Ezequías hizo lo recto a los ojos del Señor, tal y como lo había hecho David, su padre.
Ezequías restablece el culto del templo
3 En el mes primero del primer año de su reinado, Ezequías abrió las puertas del templo del Señor, y las reparó.
4 Convocó a los sacerdotes y levitas, los reunió en la plaza oriental,
5 y les dijo:
«¡Escúchenme, levitas! Santifíquense ahora, y santifiquen el templo del Señor, el Dios de sus padres. Saquen del santuario toda impureza,
6 porque nuestros padres se han rebelado; han hecho lo malo a los ojos del Señor nuestro Dios, pues lo han abandonado; se han apartado del tabernáculo del Señor, y le han dado la espalda.
7 ¡Hasta llegaron a cerrar las puertas del atrio, y apagaron las lámparas! ¡No quemaron incienso en el santuario, ni ofrecieron holocaustos al Dios de Israel!
8 Por eso la ira del Señor ha venido sobre Judá y Jerusalén, y los ha entregado a la confusión, a ser objeto de maldición y de burla, como ahora pueden ver.
9 ¡Miren a nuestros padres, muertos a filo de espada! ¡Por eso nuestros hijos y nuestras hijas, y hasta nuestras mujeres, han ido al cautiverio!
10 Pero yo he decidido hacer un pacto con el Señor, el Dios de Israel, para que aparte de nosotros el ardor de su ira.
11 No se engañen, hijos míos, que el Señor los ha escogido para que estén en su presencia y le sirvan, y sean sus ministros y le quemen incienso.»
12 De los hijos de Coat se dispusieron a servir los levitas Majat hijo de Amasay y Joel hijo de Azarías.
De los hijos de Merari: Cis hijo de Abdi y Azarías hijo de Yalelel.
De los hijos de Guersón: Yoaj hijo de Zima y Edén hijo de Yoaj.
13 De los hijos de Elisafán: Simerí y Yeguiel.
De los hijos de Asaf: Zacarías y Matanías.
14 De los hijos de Hemán: Yejiel y Simey.
De los hijos de Jedutún: Semaías y Uziel.
15 Estos reunieron a sus parientes, se santificaron y entraron para limpiar el templo del Señor, conforme a las órdenes del rey y las palabras del Señor.
16 Los sacerdotes que entraron a limpiar el templo del Señor sacaron todas las impurezas que hallaron allí dentro, y las arrojaron al atrio del templo del Señor; de allí, los levitas las arrojaron al torrente de Cedrón.
17 Comenzaron a santificarse el día primero del mes primero, a los ocho días del mismo mes fueron al pórtico del Señor, y ocho días después habían santificado el templo del Señor. El día dieciséis del mes primero habían terminado.
18 Entonces se presentaron ante el rey Ezequías y le dijeron:
«Ya hemos limpiado todo el templo del Señor, el altar del holocausto, y todos sus utensilios, y también la mesa de la proposición con todos sus utensilios.
19 Hemos preparado y santificado igualmente todos los utensilios que, en su infidelidad, había desechado el rey Ajaz durante su reinado, y aquí están ya, ante el altar del Señor.»
20 Entonces el rey Ezequías se levantó por la mañana y reunió a los principales de la ciudad, y subió al templo del Señor.
21 Allí Ezequías ordenó a los sacerdotes descendientes de Aarón que ofrecieran sobre el altar del Señor siete novillos, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos, para la expiación del reino, del santuario y de Judá.
22 Los novillos fueron sacrificados, y los sacerdotes recogieron la sangre y la esparcieron sobre el altar; luego mataron los carneros y esparcieron la sangre sobre el altar, y lo mismo hicieron con los corderos.
23 Después acercaron al rey y a la multitud los machos cabríos para la expiación, y pusieron sobre ellos sus manos.
24 Los sacerdotes los mataron, y con la sangre de ellos hicieron la ofrenda de expiación sobre el altar para reconciliar a todo Israel, pues por todo Israel mandó el rey que se hicieran el holocausto y la expiación.
25 Ezequías también puso en el templo del Señor levitas con címbalos, salterios y arpas, en obediencia al mandamiento de David, de Gad, vidente del rey, y del profeta Natán, porque ese mandamiento procedía del Señor por medio de sus profetas.
26 Los levitas tenían los instrumentos de David, y los sacerdotes, las trompetas.
27 Entonces Ezequías ordenó ofrecer el holocausto en el altar; y cuando dio comienzo el holocausto, dio también comienzo el cántico del Señor, con las trompetas y los instrumentos del rey David de Israel.
28 Toda la multitud adoraba, los cantores cantaban, y los trompeteros hacían sonar las trompetas. Todo esto duró hasta que el holocausto se consumió.
29 Y cuando terminaron de ofrecer el holocausto, el rey se inclinó y adoró, y lo mismo hicieron todos los que estaban con él.
30 Entonces el rey Ezequías y los príncipes dijeron a los levitas que alabaran al Señor con las palabras de David y del vidente Asaf, y ellos alabaron con gran alegría, y se inclinaron y adoraron.
31 Entonces Ezequías dijo:
«Ahora ustedes se han consagrado al Señor. Acérquense, pues, y presenten sacrificios y alabanzas en el templo del Señor.»
La multitud presentó sacrificios y alabanzas, y todos los de corazón generoso ofrecieron holocaustos.
32 El número total de los holocaustos que ofreció la congregación fue de setenta bueyes, cien carneros y doscientos corderos, todo para el holocausto del Señor.
33 Las ofrendas fueron seiscientos bueyes y tres mil ovejas.
34 Pero los sacerdotes eran pocos, y no alcanzaban a desollar los holocaustos, así que sus parientes levitas los ayudaron hasta terminar la obra y hasta que los demás sacerdotes se santificaron. Y es que el corazón de los levitas fue más recto para santificarse que el de los sacerdotes.
35 Y así, hubo abundancia de holocaustos, con la grasa de las ofrendas de paz y las libaciones para cada holocausto, y el servicio del templo del Señor quedó restablecido.
36 Y Ezequías se regocijó con todo el pueblo de que Dios hubiera preparado al pueblo, porque todo fue hecho con rapidez.