Salomón le pide ayuda al rey Hiram
(1 R 5.1-181 7.13-14)
1 1 (1.18) Salomón se propuso construir un templo para Dios, y también un palacio para él mismo. 2-18 2-18 (1-17) Por ello le envió este mensaje a Hiram, rey de Tiro:

«Yo sé que tú le enviaste madera de cedro a David, mi padre, para que construyera su palacio. Ahora te pido que me ayudes. Voy a construirle un templo a mi Dios, para que el pueblo le lleve allí todas las ofrendas que él nos pide para cada día, y para cada sábado, y durante las fiestas de la luna nueva y para las otras fiestas que él nos ha pedido celebrar.
»Como nuestro Dios es más poderoso que todos los dioses, deseo construirle un templo que sea grandioso. Claro que no es posible hacer un templo para que él viva allí. ¡Hasta el cielo, que es enorme, resulta pequeño para él! Sin embargo, aunque sé que no lo merezco, le construiré un templo para quemar incienso en su honor.
»Por eso te pido que me envíes a alguien que sepa hacer finos trabajos en oro, plata, bronce y hierro, y también en telas de color púrpura, rojo y morado. Que además sepa hacer grabados y pueda trabajar con los expertos que servían a mi padre David, y que ahora están a mi servicio en Judá y en Jerusalén.
»Como tus servidores son expertos para cortar madera del Líbano, mándame de allí maderas finas. Y puesto que el templo que construiré será grande y maravilloso, y necesitaré muchísima madera, enviaré a mis servidores para que les ayuden a los tuyos.
»Yo, por mi parte, te daré nueve mil toneladas de trigo, y también de cebada; y cuatrocientos cuarenta mil litros de vino, y la misma cantidad de aceite, para alimentar a los leñadores que corten la madera».

Entonces Hiram rey de Tiro, le envió a Salomón una carta con este mensaje:

«Dios ama a su pueblo, y por eso le ha concedido que tú seas su rey. ¡Bendito sea el Dios de Israel, creador de todo lo que existe, porque le dio al rey David un hijo sabio, lleno de prudencia e inteligencia, el cual construirá un templo para Dios y un palacio real!
»Tal como me lo has pedido, te envío a un hombre que, por cierto, es hijo de una mujer de la tribu de Dan y de un fenicio de la ciudad de Tiro. Se llama Hiram-abí; es muy sabio e inteligente, y trabaja de manera excelente en todo lo que requieres hacer. Él trabajará junto con los mejores artesanos que servían a tu padre David, y con los que ahora te sirven.
»Nosotros somos tus servidores. Envíanos el trigo, la cebada, el aceite y el vino que has prometido, y mientras eso nos llega, cortaremos en el Líbano todas las maderas finas que necesites. Luego las transportaremos por mar, en forma de balsas, hasta Jope. De allí, tú te encargarás de que sean llevadas a Jerusalén».

Aunque David ya había contado a todos los extranjeros que vivían en Israel, Salomón hizo otro censo de ellos, y contaron un total de ciento cincuenta y tres mil seiscientos. Entre ellos distribuyó el trabajo de esta manera: Tres mil seiscientos eran capataces que supervisaban el trabajo; ochenta mil hombres cortaban piedras de la montaña, y setenta mil las cargaban.
Pacto de Salomón con Jirán
(1 R 5.1-181 7.13-14)
1 Salomón se dispuso a edificar un templo para honrar el nombre del Señor, y un palacio para su reino.
2 Para ello designó a setenta mil peones y ochenta mil taladores, y tres mil seiscientos capataces.
3 Luego mandó el siguiente mensaje al rey Jirán de Tiro:
«Trátame como trataste a David, mi padre, cuando le enviaste cedros para que construyera su palacio.
4 Como verás, tengo que edificar un templo para honrar el nombre del Señor mi Dios. Estará consagrado al Señor, y delante de él se quemará incienso aromático y se colocarán continuamente los panes de la proposición, y se ofrecerán holocaustos a mañana y tarde en los días de reposo, en las nuevas lunas, y en las festividades en honor del Señor nuestro Dios. Esto debe hacerse siempre en Israel.
5 La casa que debo edificar tiene que ser grande, porque nuestro Dios es más grande que todos los dioses.
6 Pero ¿quién puede edificarle un templo si los cielos, y los cielos de los cielos, no pueden contenerlo? ¿Y quién soy yo para edificarle un templo, a no ser para solo quemar incienso delante de él?
7 Yo te ruego que me envíes un hombre hábil, que sepa trabajar en oro, plata, bronce, hierro, púrpura, grana y azul, y que en unión con los maestros que están conmigo en Judá y en Jerusalén, y que mi padre había ya dispuesto, sepa hacer grabados.
8 Envíame también del Líbano madera de cedro, de ciprés y de sándalo. Yo sé que tus siervos saben cortar madera en el Líbano, y mis siervos pueden ayudarlos
9 para que me preparen mucha madera, pues el templo que tengo que edificar debe ser grande y portentoso.
10 Toma en cuenta que a tus siervos que corten la madera les daré seis mil toneladas de trigo en grano, seis mil toneladas de cebada, seiscientos mil litros de vino, y seiscientos mil litros de aceite.»
11 El rey Jirán de Tiro respondió a Salomón por medio de la siguiente carta:

«El Señor ama a su pueblo, y por eso te ha puesto como su rey.
12 Tengo que decir: ¡Bendito sea el Señor y Dios de Israel, que hizo los cielos y la tierra, y que dio al rey David un hijo sabio y entendido, cuerdo y prudente, para que edifique un templo al Señor y un palacio para su reino!
13 »Yo te envío a Jirán Abí, que es un hombre hábil y entendido.
14 Es hijo de una danita, aunque su padre era de Tiro. Jirán Abí sabe trabajar en oro, plata, bronce y hierro, y en piedra y madera, en púrpura y en azul, en lino y en carmesí. También sabe esculpir toda clase de figuras y sacar cualquier diseño que se le pida. Sabrá trabajar con tus expertos y con los de mi señor David, tu padre.15 Ruego a mi señor enviar a sus siervos el trigo, la cebada, el aceite y el vino, que nos ha prometido.16 Nosotros cortaremos en el Líbano la madera que necesites, y en balsas te la llevaremos por el mar hasta Jope, y de allí tú la llevarás hasta Jerusalén.»
17 Salomón censó a todos los extranjeros que había en Israel, después del censo que había hecho David, su padre, y se encontró que eran ciento cincuenta y tres mil seiscientos hombres.
18 A setenta mil de ellos los apartó para llevar cargas; a ochenta mil los puso como canteros en la montaña, y a tres mil seiscientos los puso como capataces para hacer trabajar a la gente.