Dichos del rey Lemuel
1 Con estas palabras el rey Lemuel fue educado por su madre.

2 «Querido hijo mío,
que naciste como respuesta
de mis oraciones a Dios,
¿qué consejos podría darte?
3 ¡No te vuelvas loco por las mujeres!,
pues han llevado a la ruina
a muchos reyes.

4 »Querido Lemuel,
no conviene que los reyes
tomen bebidas alcohólicas,
ni que se emborrachen.
5 Porque en cuanto se emborrachan
se olvidan de la ley
y no protegen a los pobres.
6 El alcohol es para
los que viven amargados
y ya no tienen esperanza.
7 ¡Déjalos que se emborrachen
y se olviden de su miseria!
¡Que no se acuerden
de lo mucho que sufren!

8 »Habla en favor de las viudas;
defiende los derechos de los huérfanos.
9 Habla en favor de ellos;
¡hazles justicia!
¡Defiende a los pobres y humildes!»
La mujer ejemplar
10 ¡Qué difícil es hallar
una esposa extraordinaria!
¡Hallarla es como encontrarse
una joya muy valiosa!
11 Quien se casa con ella
puede darle toda su confianza;
dinero nunca le faltará.
12 A ella todo le sale bien;
nunca nada le sale mal.
13 Sale a comprar lana y lino,
y con sus propias manos
trabaja con alegría.
14 Se parece a los barcos mercantes:
de muy lejos trae su comida.
15 Se levanta muy temprano,
y da de comer a sus hijos
y asigna tareas a sus sirvientas.
16 Calcula el precio de un campo;
con sus ganancias lo compra,
planta un viñedo,
17 y en él trabaja
de sol a sol.
18 Ella misma se asegura
de que el negocio marche bien;
toda la noche hay luz en su casa,
pues toda la noche trabaja.
19 Ella fabrica su propia ropa,
20 y siempre ayuda a los pobres.
21 No le preocupa que haga frío,
pues todos en su casa
andan siempre bien abrigados.
22 Toma telas de lino y de púrpura,
y ella misma hace colchas y vestidos.
23 En la ciudad y en el país
su esposo es bien conocido,
pues ocupa un lugar importante
entre la gente de autoridad.
24 La ropa y los cinturones
que ella misma fabrica
los vende a los comerciantes.
25 Es mujer de carácter;
mantiene su dignidad,
y enfrenta confiada el futuro.
26 Siempre habla con sabiduría,
y enseña a sus hijos con amor.
27 Siempre está pendiente de su casa
y de que todo marche bien.
Cuando come pan,
es porque se lo ha ganado.

28 Sus hijos la felicitan;
su esposo la alaba y le dice:
29 «Mujeres buenas hay muchas,
pero tú las superas a todas».

30 La hermosura es engañosa,
la belleza es una ilusión;
¡solo merece alabanzas
la mujer que obedece a Dios!
31 ¡Que todo el mundo reconozca
los frutos de su esfuerzo!
¡Que todos en la ciudad
la alaben por sus acciones!