1 ¡Bel cayó de rodillas! ¡Nebo rodó por los suelos! ¡Sus imágenes fueron echadas sobre bestias, sobre animales de carga! Esas cosas que ustedes solían cargar, ahora son llevadas como carga sobre bestias cansadas
2 que rodaron por los suelos y cayeron de rodillas al mismo tiempo; no pudieron entregar su carga, y tuvieron que ir también al cautiverio.
3 «Escúchenme ustedes, los de la casa de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel; ustedes, que han sido llevados desde que estaban en el vientre, sustentados desde que estaban en la matriz:
4 Yo mismo los seguiré llevando, hasta que estén viejos y canosos. Yo los hice, yo los llevaré. Yo los apoyaré y los protegeré.
5 »¿A quién me asemejarán? ¿Con quién me igualarán y compararán? ¿Con quién me harán semejante?
6 Unos sacan oro de su bolsa, y pesan plata en la balanza; contratan a un platero para que les haga un dios con eso, y luego se arrodillan y lo adoran.
7 Lo llevan sobre los hombros, lo colocan en un lugar, y allí se queda, sin moverse de su sitio. Le gritan, y no responde, ni tampoco los libra de su angustia.
8 »Recuerden esto, gente pecadora; sientan vergüenza y recapaciten.
9 Recuerden los primeros sucesos de antaño, porque yo soy Dios, y no hay otro. ¡Nada hay semejante a mí!
10 Yo anuncio desde un principio lo que está por venir; yo doy a conocer por anticipado lo que aún no ha sucedido. Yo digo: “Mi consejo permanecerá, y todo lo que quiero hacer lo haré.”
11 Yo llamo desde el oriente, desde un país lejano al hombre que está en mis planes, y que es un ave de rapiña. Ya lo he dicho, y lo haré venir; ya lo he pensado, y así lo haré.
12 »Escúchenme ustedes, gente de duro corazón, que están lejos de la justicia:
13 Yo estoy acercando mi justicia, y no está lejos; nada detendrá ya mi salvación. Yo pondré en Sión mi salvación, y mi gloria en Israel.
La derrota de los dioses de Babilonia
1 Isaías dijo:

«Las estatuas de Bel y Nebo,
dioses de Babilonia,
se tambalean y caen al suelo.
Los babilonios las ponen
sobre animales de carga
que no soportan tanto peso.
2 Estas estatuas se caen al suelo
y son llevadas a otros países,
porque son incapaces de salvarse».

3 Dios dijo:

«Óiganme ustedes,
israelitas que aún quedan con vida:
Yo los he cuidado
desde antes que nacieran,
los he llevado en brazos
4 y seguiré haciendo lo mismo
hasta que lleguen a viejos
y peinen canas;
los sostendré y los salvaré
porque yo soy su creador.

5 »¿Con quién pueden compararme?
Yo no me parezco a nadie.
6 Hay gente que gasta mucho oro y plata
para contratar un artesano
que le fabrique un dios.
Luego se arrodilla ante él para adorarlo.
7 Cargan la estatua del dios
sobre sus hombros,
lo ponen en su sitio,
y de allí no se mueve.
Por más que griten
pidiéndole agua,
ese dios no les responde
ni puede librarlos de sus males.

8 »Recuerden esto, pecadores,
y piénsenlo bien:
9 recuerden todo lo que ha pasado
desde tiempos antiguos.
Yo soy Dios, y no hay otro;
soy Dios, y no hay nadie igual a mí.
10 Yo anuncio desde el principio
lo que va a pasar al final,
y doy a conocer el futuro
desde mucho tiempo antes.
Les aseguro que todos mis planes
se cumplirán tal como yo quiero.

11 »Yo he llamado de Persia
a un rey llamado Ciro;
él vendrá desde lejos,
como un ave de rapiña,
y hará lo que yo diga.
Tengo un plan, y haré que se cumpla.
Juro que así será.

12 »Escúchenme, gente terca:
ustedes no están a salvo.
13 Pero pronto vendré a salvarlos;
ya no demoraré más.
Yo le daré a Jerusalén la salvación,
y mi honor al pueblo de Israel».