No confíes en las riquezas
SALMO 49 (48)
(1) Himno compuesto por la familia de Coré.
1-2 1-2 (2-3) ¡Escúchenme ustedes,
pueblos que habitan este mundo!
Y ustedes, gente pobre y humilde;
y ustedes, gente rica y poderosa,
¡préstenme atención!
3 3 (4) No solo voy a hablarles
como habla la gente sabia,
sino que expresaré mis ideas
con la mayor inteligencia.
4 4 (5) Voy a decirles una adivinanza,
y mientras toco el arpa
les diré de qué se trata.

5 5 (6) ¿Por qué voy a tener miedo
cuando lleguen los problemas?
¿Por qué voy a tener miedo
cuando me ataquen mis enemigos?
6 6 (7) ¡No tengo por qué temerles
a esos ricos orgullosos
que confían en sus riquezas!
7 7 (8) Ninguno de ellos
es capaz de salvar a otros;
ninguno de ellos
tiene comprada la vida.

8 8 (9) La vida tiene un precio muy alto:
¡ningún dinero la puede comprar!
9 9 (10) No hay quien viva para siempre
y nunca llegue a morir.
10 10 (11) Mueren los sabios,
y mueren los necios.
¡Eso no es nada nuevo!
Al fin de cuentas,
sus riquezas pasan a otras manos.
11 11 (12) Podrán haber tenido tierras,
y haberlas puesto a su nombre,
pero su hogar permanente
será tan solo la tumba;
¡de allí no saldrán jamás!

12 12 (13) Puede alguien ser muy rico,
y no vivir para siempre;
al fin le espera la muerte
como a cualquier animal.

13 13 (14) Esto es lo que les espera
a quienes confían en sí mismos;
en esto acaban los orgullosos.
14 14 (15) Su destino final es el sepulcro;
la muerte los va llevando
como guía el pastor a sus ovejas.
En cuanto bajen a la tumba,
abandonarán sus antiguos dominios.
El día de mañana
los justos abrirán sus tumbas
y esparcirán sus huesos.
15 15 (16) ¡Pero a mí, Dios me librará
del poder de la muerte,
y me llevará a vivir con él!

16 16 (17) Tú no te fijes
en los que se hacen ricos
y llenan su casa con lujos,
17 17 (18) pues cuando se mueran
no van a llevarse nada.
18 18 (19) Mientras estén con vida,
tal vez se sientan contentos
y haya quien los felicite
por tener tanto dinero;
19 19 (20) pero al fin de cuentas
no volverán a ver la luz;
morirán como murieron sus padres.

20 20 (21) Puede alguien ser muy rico,
y jamás imaginarse
que al fin le espera la muerte
como a cualquier animal.