Advertencia contra los egipcios
1-2 Cuando Joacín llevaba cuatro años de reinar en Judá, el Dios de Israel me habló acerca de las otras naciones, y del ejército de Necao, rey de Egipto. Por esos días el rey de Babilonia había derrotado a Necao en la ciudad de Carquemis, junto al río Éufrates. El mensaje que me dio fue el siguiente:

3 «¡Egipcios, tomen sus armas
y prepárense para el combate!
4 ¡Ensillen y monten los caballos!
¡Afilen las lanzas y pónganse las corazas!
¡Cúbranse con los cascos!

5 »¿Pero qué es lo que veo?
¡Los soldados egipcios retroceden!
Derrotados y llenos de miedo,
huyen sin mirar atrás.
¡Hay terror por todas partes!

6 »¡Los más veloces no pueden huir!
¡Los más fuertes no logran escapar!
¡Allá en el norte,
a la orilla del río Éufrates,
tropiezan y ruedan por el suelo!

7 »Una nación se acerca con violencia.
¡Hasta se parece al río Nilo
cuando sus aguas se desbordan!
¿Qué nación puede ser?
8 ¡Es Egipto, que se ha enfurecido,
que ha crecido como el Nilo!
Viene decidido a inundar la tierra,
a destruir ciudades y a matar gente.

9 »¡Que ataquen los caballos!
¡Que avancen los carros de guerra!
¡Que marchen los soldados!
¡Que tomen sus armas los soldados
de los países africanos!

10 »El día de la victoria pertenece
al poderoso Dios de Israel.
Él ganará la batalla;
se vengará de sus enemigos.
La espada se empapará de sangre
y acabará por matar a todos.
Allá en el país del norte,
a la orilla del río Éufrates,
el Dios de Israel matará a mucha gente.

11 »Soldados de Egipto:
de nada les servirá que vayan a Galaad
y consigan alguna crema curativa;
aunque consigan medicinas,
no les servirán de nada.
12 Todo el mundo está enterado
de que han sido derrotados;
por todas partes se escuchan
sus gritos de dolor;
chocan los guerreros unos contra otros,
y ruedan por el suelo».

13 Cuando el rey de Babilonia vino para atacar a los egipcios, Dios me dio este mensaje:

14 «Esto debe saberse en Egipto;
debe anunciarse en sus ciudades:
“¡Soldados, prepárense para la batalla!
¡Ya viene su destrucción!”

15-17 »Los soldados se tropiezan;
caen uno encima del otro, y dicen:
“¡Huyamos!
¡Volvamos a nuestro país
antes que nos mate el enemigo!
¡Nuestro rey es un charlatán!
¡Habla mucho y no hace nada!”

»Pero los soldados han caído,
y ya no podrán levantarse,
porque yo los derribé.
¡Yo soy el Dios de Israel!

18-19 »Ustedes, los que viven en Egipto,
vayan empacando lo que tienen,
porque serán llevados prisioneros;
la capital será destruida
y quedará en ruinas y sin gente.

»Les juro por mí mismo
que el enemigo que viene
se parece al monte Tabor,
que sobresale entre los montes;
se parece al monte Carmelo,
que está por encima del mar.
¡Yo soy el Dios todopoderoso!
¡Yo soy el único Rey!

20 »La hermosura de Egipto será destruida;
Babilonia vendrá del norte y la atacará.
21 Egipto contrató soldados extranjeros,
todos muy fuertes y valientes,
¡pero hasta ellos saldrán huyendo!;
¡saldrán corriendo a toda prisa!
Ya llegó el día de su derrota;
¡ya llegó el día de su castigo!

22 »El ejército babilonio es muy numeroso;
tanto que nadie lo puede contar.
Por eso los soldados egipcios
huirán como serpientes desprotegidas.

23 »Egipto parece un bosque tupido,
pero sus enemigos lo rodearán
y lo atacarán con sus hachas,
dispuestos a derribar todos los árboles.

24 »¡Egipto quedará humillado!
¡Caerá bajo el poder de Babilonia!»
Esperanza para el pueblo de Dios
25 El Dios de Israel dice:

«Voy a castigar al rey de Egipto, a sus dioses y a todos los que confían en ellos. 26 Dejaré que caigan en poder del rey de Babilonia y de su ejército, para que los maten. Sin embargo, en el futuro Egipto volverá a ser habitado como antes. Les juro que así lo haré.

27-28 »Y ustedes, pueblo de Israel,
no tengan miedo ni se asusten;
yo haré que vuelvan de Babilonia,
adonde fueron llevados como esclavos.
No tengan miedo, israelitas.
Ustedes son mi pueblo;
son descendientes de Jacob.
Yo les prometo
que volverán a vivir tranquilos
porque yo estoy con ustedes.

»Destruiré a todas las naciones
por las que los dispersé,
pero a ustedes no los destruiré;
solo los castigaré por su bien,
pues merecen que los corrija.
Les juro que así lo haré».
Advertencia contra los egipcios
1-2 Cuando Joacín llevaba cuatro años de reinar en Judá, el Dios de Israel me habló acerca de las otras naciones, y del ejército de Necao, rey de Egipto. Por esos días el rey de Babilonia había derrotado a Necao en la ciudad de Carquemis, junto al río Éufrates. El mensaje que me dio fue el siguiente:

3 «¡Egipcios, tomen sus armas
y prepárense para el combate!
4 ¡Ensillen y monten los caballos!
¡Afilen las lanzas y pónganse las corazas!
¡Cúbranse con los cascos!

5 »¿Pero qué es lo que veo?
¡Los soldados egipcios retroceden!
Derrotados y llenos de miedo,
huyen sin mirar atrás.
¡Hay terror por todas partes!

6 »¡Los más veloces no pueden huir!
¡Los más fuertes no logran escapar!
¡Allá en el norte,
a la orilla del río Éufrates,
tropiezan y ruedan por el suelo!

7 »Una nación se acerca con violencia.
¡Hasta se parece al río Nilo
cuando sus aguas se desbordan!
¿Qué nación puede ser?
8 ¡Es Egipto, que se ha enfurecido,
que ha crecido como el Nilo!
Viene decidido a inundar la tierra,
a destruir ciudades y a matar gente.

9 »¡Que ataquen los caballos!
¡Que avancen los carros de guerra!
¡Que marchen los soldados!
¡Que tomen sus armas los soldados
de los países africanos!

10 »El día de la victoria pertenece
al poderoso Dios de Israel.
Él ganará la batalla;
se vengará de sus enemigos.
La espada se empapará de sangre
y acabará por matar a todos.
Allá en el país del norte,
a la orilla del río Éufrates,
el Dios de Israel matará a mucha gente.

11 »Soldados de Egipto:
de nada les servirá que vayan a Galaad
y consigan alguna crema curativa;
aunque consigan medicinas,
no les servirán de nada.
12 Todo el mundo está enterado
de que han sido derrotados;
por todas partes se escuchan
sus gritos de dolor;
chocan los guerreros unos contra otros,
y ruedan por el suelo».

13 Cuando el rey de Babilonia vino para atacar a los egipcios, Dios me dio este mensaje:

14 «Esto debe saberse en Egipto;
debe anunciarse en sus ciudades:
“¡Soldados, prepárense para la batalla!
¡Ya viene su destrucción!”

15-17 »Los soldados se tropiezan;
caen uno encima del otro, y dicen:
“¡Huyamos!
¡Volvamos a nuestro país
antes que nos mate el enemigo!
¡Nuestro rey es un charlatán!
¡Habla mucho y no hace nada!”

»Pero los soldados han caído,
y ya no podrán levantarse,
porque yo los derribé.
¡Yo soy el Dios de Israel!

18-19 »Ustedes, los que viven en Egipto,
vayan empacando lo que tienen,
porque serán llevados prisioneros;
la capital será destruida
y quedará en ruinas y sin gente.

»Les juro por mí mismo
que el enemigo que viene
se parece al monte Tabor,
que sobresale entre los montes;
se parece al monte Carmelo,
que está por encima del mar.
¡Yo soy el Dios todopoderoso!
¡Yo soy el único Rey!

20 »La hermosura de Egipto será destruida;
Babilonia vendrá del norte y la atacará.
21 Egipto contrató soldados extranjeros,
todos muy fuertes y valientes,
¡pero hasta ellos saldrán huyendo!;
¡saldrán corriendo a toda prisa!
Ya llegó el día de su derrota;
¡ya llegó el día de su castigo!

22 »El ejército babilonio es muy numeroso;
tanto que nadie lo puede contar.
Por eso los soldados egipcios
huirán como serpientes desprotegidas.

23 »Egipto parece un bosque tupido,
pero sus enemigos lo rodearán
y lo atacarán con sus hachas,
dispuestos a derribar todos los árboles.

24 »¡Egipto quedará humillado!
¡Caerá bajo el poder de Babilonia!»
Esperanza para el pueblo de Dios
25 El Dios de Israel dice:

«Voy a castigar al rey de Egipto, a sus dioses y a todos los que confían en ellos. 26 Dejaré que caigan en poder del rey de Babilonia y de su ejército, para que los maten. Sin embargo, en el futuro Egipto volverá a ser habitado como antes. Les juro que así lo haré.

27-28 »Y ustedes, pueblo de Israel,
no tengan miedo ni se asusten;
yo haré que vuelvan de Babilonia,
adonde fueron llevados como esclavos.
No tengan miedo, israelitas.
Ustedes son mi pueblo;
son descendientes de Jacob.
Yo les prometo
que volverán a vivir tranquilos
porque yo estoy con ustedes.

»Destruiré a todas las naciones
por las que los dispersé,
pero a ustedes no los destruiré;
solo los castigaré por su bien,
pues merecen que los corrija.
Les juro que así lo haré».