La oración de Salomón

¿Qué deseas que haga por ti?

Encuentro

Lea el texto de este día. ¿Qué cualidades de Dios revela la oferta que le extendió a Salomón en el verso 5? ¿En qué consistía la carga de Salomón? ¿De qué manera afectó su oración la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros? ¿Cómo respondió el Señor al pedido del rey?

Aporte

La aparición del Señor a Salomón en Gabaón constituye uno de los momentos preciosos en la historia del pueblo de Dios. La oferta que recibe el rey revela, primeramente, los riesgos que él está dispuesto a asumir en la relación con sus hijos, pues le estaba dando licencia para que escogiera lo que quisiera. Esta libertad es uno de los maravillosos regalos que el Señor le ha hecho al hombre.

Asimismo, la respuesta de Salomón, que agradó sobremanera a Dios, nos permite vislumbrar el extraordinario potencial que puede alcanzar una vida que está enteramente centrada en los asuntos del Reino. Claramente Salomón podría haber pedido cualquiera de las cosas que el Señor le mencionó posteriormente (larga vida, riquezas, la vida de sus enemigos), pero lo único que pesaba sobre su corazón era agradar a Dios cumpliendo responsablemente la tarea que él le había confiado. Cuando una persona está enteramente absorta en los asuntos de su Señor, todo lo que ofrece el mundo se torna menos que nada.


Quisiera invitarle ahora a que realice un pequeño ejercicio, basado en la historia de Salomón. Imagine por un momento que Dios se le aparece personalmente y le formula la misma pregunta que le hizo a Salomón: «¿Qué quieres que haga por ti?» una pregunta que Jesús también hizo a algunas de las personas con las que se cruzó durante los tres años de su ministerio público. ¿Cómo respondería usted a esta pregunta? No se apresure en la respuesta. Medite por un momento en las implicaciones de esta oferta y los deseos más profundos de su propio corazón. ¿Qué le pediría al Señor? Convierta en oración la respuesta que viene a su mente.


Ahora quisiera invitarle a un paso adicional en este ejercicio. Imagine que este encuentro entre usted y el Señor se produce, pero se invierten los papeles. En lugar de preguntarle el Señor a usted, usted le pregunta a él: «Señor, ¿qué deseas que yo haga por ti?». ¿Cómo cree usted que él respondería? ¿Estaría usted dispuesto a darle lo que él le pide? Tengo la certeza de que según vaya avanzando usted en el desafío de caminar con Jesús por los evangelios, encontrará la respuesta a algunas de estas preguntas. ¡Que Dios, en su bondad, le dé la valentía de responder apropiadamente a los desafíos que él le presenta!