Los gobernantes corruptos destrozan la sociedad

Hay un dicho popular conocido por muchos, especialmente por jóvenes: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. La sentencia es totalmente cierta, y se aplica a la perfección a todos quienes se ubican en distintas instancias de poder, no solamente político.
En el ámbito político el poder tiene la capacidad de marcar el destino de miles, millones de personas, para bien o para mal. Y en el escenario político actual, caracterizado por una crisis ética de grandes dimensiones, muchas de esas decisiones han sido para mal: pobreza, desempleo, migración forzada, desestructuración familiar, entre muchos otros males. La Biblia es tajante al denunciar la falta de ética de los gobernantes del pasado y su mensaje sigue siendo completamente relevante para los gobernantes de hoy.

“Escuchen ahora, gobernantes y jefes de Israel, ¿acaso no corresponde a
ustedes saber lo que es la justicia? En cambio, odian el bien y aman el mal;
despellejan a mi pueblo y le dejan los huesos pelados”. Miqueas 3:1-2

“Escuchen esto ahora, gobernantes y jefes de Israel, ustedes que odian la
justicia y tuercen todo lo que está derecho, que construyen Jerusalén, la
ciudad del monte Sión, sobre la base del crimen y la injusticia. Los jueces de la
ciudad se dejan sobornar, los sacerdotes enseñan solo por dinero y los
profetas venden sus predicciones alegando que el Señor los apoya…”
Miqueas 3:9-11a

“El Señor está llamando a la ciudad, y es sabio oírle con reverencia: Escuchad,
pueblo y consejeros de la ciudad: En la casa del malvado hay riquezas mal
adquiridas y esas medidas falsas que yo aborrezco. ¿Cómo podré perdonar al
que emplea balanzas alteradas y pesas falsas? Los ricos de esta ciudad son
todos opresores, y mentirosos y engañadores todos sus habitantes”.
Miqueas 6:9-12

“Tus gobernantes son rebeldes y amigos de bandidos. Todos se dejan
comprar con dinero y buscan que les hagan regalos. No hacen justicia al
huérfano ni les importan los derechos de la viuda. Por eso, el Señor
todopoderoso, el Poderoso de Israel, afirma: ¡Basta! Yo ajustaré las cuentas a
mis enemigos. Me vengaré de ellos”. Isaías 1:23-24

El panorama de injusticia, violencia y corrupción del pasado se replica con pasmosa similitud ahora, y eso debería alertarnos sobre la necesidad de una transformación radical en nuestros países:

“¡Ay de mí! Soy como el que rebusca después de la cosecha y ya no encuentra,
los frutos que querría comer. Ya no quedan en el mundo hombres rectos ni
fieles a Dios; todos esperan el momento de actuar con violencia, y los unos a
los otros se tienden trampas. Son maestros en hacer lo malo: los funcionarios
exigen recompensas, los jueces se dejan sobornar y los poderosos hacen lo
que se les antoja y pervierten la ciudad. El mejor de ellos es como un espino; el
más honrado, como una zarza. Pero viene el día de ajustar las cuentas, el día
que te anunció el centinela. Entonces reinará la confusión entre ellos”.
Miqueas 7:1-4

“Señor, ¿hasta cuándo gritaré pidiendo ayuda sin que tú me escuches? ¿Hasta
cuándo clamaré a causa de la violencia sin que vengas a librarnos? ¿Por qué
me haces ver tanta angustia y maldad? Estoy rodeado de violencia y
destrucción; por todas partes hay pleitos y luchas. No se aplica la ley, se
pisotea el derecho, el malo persigue al bueno y se tuerce la justicia”.
Habacuc 1:1-4

“Tú, que eres demasiado puro para consentir el mal, para contemplar con
agrado la iniquidad, ¿cómo contemplas callado a los criminales y guardas
silencio mientras el malvado destruye a los que son mejores que él?”
Habacuc 1:13

“Los hombres orgullosos desean el poder; lo buscan sin descanso y siempre
quieren más, aun cuando el poder es traicionero. Abren su boca como el
sepulcro y son insaciables como la muerte; por eso se lanzan a conquistar
nación tras nación”. Habacuc 2:5

Los profetas de la Biblia se dirigen a los corruptos de toda procedencia: gobernantes, jueces, jefes, sacerdotes, funcionarios y otros con duras advertencias al dar voz a la indignación propia y a la de Dios mismo en sus valientes denuncias:

“¡Ay de ti, que te haces rico con lo que no te pertenece! ¿Hasta cuándo
seguirás amontonando las riquezas que tomaste prestadas? Cuando menos
lo esperes, llegarán tus acreedores, despertarán los que te atormentan y te
dejarán desnudo. Las naciones se unirán en contra tuya y te saquearán como
tú las saqueaste a ellas. Te harán pagar todos tus crímenes, las violencias que
cometiste en el país contra las ciudades y sus habitantes. ¡Ay de ti, que has
llenado tu casa con el producto de tus robos, para ponerte a salvo de todo
peligro! De ese modo has cubierto tu casa de vergüenza, y has causado tu
propia destrucción al destruir a numerosas naciones. Aun las piedras de los
muros y la madera de las vigas gritarán en contra tuya. ¡Ay de ti, que
construyes tus ciudades sobre cimientos de crimen e injusticia!”
Habacuc 2:6b-12

“¡Ay de la ciudad rebelde, manchada y opresora! No escuchó la voz del Señor ni
aceptó ser corregida. No confió en él: no recurrió a su Dios. Sus jefes son
como leones que rugen; sus jueces, como lobos del desierto que no dejan ni un
hueso para la mañana. Sus profetas son insolentes, traidores; sus sacerdotes
profanan el santuario y violan la ley del Señor. Pero el Señor está en la ciudad;
él hace lo bueno, no lo malo. Cada mañana, sin falta, establece su juicio. En
cambio, el malo ni siquiera conoce la vergüenza”. Sofonías 3:1-5

“Les dije: Siembren ustedes justicia y recojan cosecha de amor. Preparen la
tierra para un nuevo cultivo, porque es tiempo de buscar al Señor, hasta que él
venga y traiga lluvia de salvación sobre ustedes. Pero ustedes han cultivado la
maldad, han cosechado la injusticia y han comido los frutos de la mentira.”
Oseas 10:12-13

“¡Ay de ustedes, que convierten la justicia en amargura y arrojan por los suelos
el derecho!” Amós 5:7

“¡Ay de ustedes, que odian al defensor de la justicia y detestan al testigo
honrado! Puesto que pisotean al pobre y le cobran impuestos de trigo, no
podrán vivir en las casas de piedra que han construido, ni beberán el vino de los
viñedos que han plantado. Yo conozco sus muchas maldades y sus pecados
sin fin: oprimen al justo, reciben soborno y en los tribunales hacen que el pobre
pierda su causa. Por eso el que es sabio se calla, porque el tiempo es malo.
Busquen el bien y no el mal, y vivirán; así será verdad lo que ustedes dicen: que
el Señor, el Dios todopoderoso, está con ustedes. ¡Odien el mal! ¡Amen el bien!
Asegúrense de que en los tribunales se hace justicia; quizá entonces el Señor,
el Dios todopoderoso, tendrá piedad de los sobrevivientes.” Amós 5:10-15

¡Ay de aquellos que incluso en sus sueños siguen planeando maldades, y que
al llegar el día las llevan a cabo porque tienen el poder en sus manos! Codician
terrenos, y se apoderan de ellos; codician casas, y las roban. Oprimen a los
hombres, y a sus familias y propiedades. Por eso dice el Señor: Yo también
tengo planes contra vosotros. Voy a enviaros una desgracia de la que no
podréis librar el cuello, y ya no podréis caminar orgullosamente porque serán
tiempos de desastre”. Miqueas 2:1-3

Todos los ciudadanos que no participamos de esos actos inmorales e ilegales estamos llamados a ser los nuevos profetas que denuncien la corrupción del poder:

“Yo, el Señor, digo: ¡Basta ya, gobernantes de Israel! ¡No más violencia ni
explotación! ¡Actúen con justicia y rectitud! ¡Dejen de robarle tierras a mi
pueblo! Yo, el Señor, lo ordeno. Usen todos pesas y medidas exactas.
” Ezequiel 45:9-10

“Porque el Señor ama la justicia y odia el robo y el crimen, les dará fielmente su
recompensa y hará con ellos un pacto eterno”. Isaías 61:8

Si volvemos a los principios de la Biblia, la Palabra de Dios, renacerá la
esperanza de días mejores para nuestra nación:
“Os daré los gobernantes que a mí me agradan, y ellos os gobernarán con
sabiduría y entendimiento”. Jeremías 3:15

“Pero que fluya como agua la justicia, y la honradez como un manantial
inagotable”. Amós 5:24

Para conversar y actuar

  • ¿Cuáles son las formas más comunes de actos de corrupción en nuestra sociedad actual? Cite tres.
  • Si nuestro país es mayoritariamente cristiano, ¿por qué hay tanta corrupción?
  • ¿Cuáles podrían ser nuestras principales acciones ciudadanas contra la corrupción? Proponga dos ideas.