Seamos terrenos fértiles para Dios

«Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.» (Lucas 8.15)

¿Por qué algunas personas parecen estar más comprometidas con Dios que otras? ¿Qué hace posible que algunos crezcan en su fe mientras que otros se detienen y nunca avanzan?

En algunos lugares del mundo todavía sigue viva la tradición de sembrar el trigo en forma artesanal, sin máquinas. Cada sembrador sale a recorrer los campos a través de los senderos, llevando consigo una buena cantidad de semillas que esparce a lo largo de su trayecto.

Pero a pesar de que caigan en distintas partes del terreno, no todas las semillas lograrán germinar. Algunas terminarán como alimento de las aves, otras morirán pronto al no echar raíces y algunas no llegarán a desarrollarse y perecerán debido a las malezas que las rodean. ¡Pero una parte de las semillas, la que haya caído en tierra fértil, alcanzará su mayor potencial y dará mucho fruto!

Lo mismo sucede con las personas: la buena noticia de que Jesús murió en la cruz por todos es la semilla que Dios, como sembrador, esparce por el mundo. ¡Un mensaje de amor, perdón y paz para todos! ¿Dónde está la diferencia? ¡En la respuesta que cada persona ofrece!

Por eso, cuidemos que nuestro corazón siempre sea un terreno fértil en donde el mensaje de Jesús pueda germinar y dar fruto. Es decir: leamos la Biblia, hablemos con Dios cada día, creamos en sus promesas y permitámosle que nos guíe hacia una vida plena.

Sumérgete: Enumeremos las cosas que podríamos hacer a partir de hoy para tener siempre un corazón tierno y crecer en la fe.