Sociedades Bíblicas Unidas en Ecuador pone en sus manos este aporte de la Serie Ciudadanía Basada en la Fe, para que en su diálogo con la Biblia y desde su experiencia, pueda profundizar en la propuesta de justicia que Dios nos plantea en su Palabra. Esperamos que una vez que tenga más claro el panorama bíblico sobre el tema, pueda asumir junto a otras y otros, en comunidad, el desafío de ser sal y luz en medio de las tinieblas que nos rodean (Mateo 5:13-16).

La Biblia y la justicia

Podríamos caracterizar esta era en la que nos toca vivir como la del deterioro de la vida. La vida ha perdido valor en todos sus frentes: personal, social, político, ambiental, cultural.
Desde los centros de poder la vida es considerada una mercancía y por momentos demasiado cara como para adquirirla y preservarla. “No falta trabajo, sobra gente”, parecen decir los economistas que dirigen los capitales internacionales y dicen frases célebres como si fueran profetas de una religión secular.
Sin embargo, esta situación no deja insensibles a millones de personas. Muchos son los que ven el presente y el futuro no lejano con preocupación y con temor. En todas las latitudes, creyentes en Jesucristo buscan nuevos paradigmas que los ayuden a encontrar salidas, a fundamentar sus proyectos y esperanzas, y a construir una sociedad con justicia. Creen que es posible hacerlo y que dentro de esa búsqueda la Biblia tiene mucho que aportar. De hecho, ¡es así!

La Biblia desenmascara la realidad
Uno de los aspectos más interesantes de la vida de fe es que se mira la sociedad y la historia con otros criterios que los del orden establecido. Los valores no son los mismos (“los últimos serán los primeros…” Lucas 13:30) y eso modifica la manera de entender toda la realidad. Desde el momento en que el designado rey es el más pequeño y casi olvidado hijo de Jesé (1 Samuel 16:1-13) o que el verdadero mesías no tiene un lugar
donde vivir (Mateo 8:20), no podemos dejar de sentir que se está haciendo referencia a otra forma de entender la realidad y que a esta distinta manera de ver las cosas se arriba por el íntimo convencimiento de la fe.
También la Biblia nos ayuda en esta búsqueda. Tal vez quienes con más agudeza expresaron esta actitud fueron los profetas bíblicos, que no escatimaron palabras para decir lo que el Señor los impelía a declarar. Otra vertiente de sutiles desenmascaradores de dobles discursos fueron los autores de las obras llamadas de sabiduría. Con otra estrategia literaria, también ellos se las ingeniaron para dejar a la vista aquello que se quería ocultar. Un texto de Pablo nos orientará en el camino. Quienes hoy están en esta búsqueda no deben dejar de recorrer las páginas de la Biblia.

Justicia de Dios y justicia humana
En tiempos antiguos la justicia divina y la humana iban de la mano porque el ser humano se había apropiado de Dios. Así el monarca era no solo el representante de Dios, sino también el ejecutor de sus deseos, los que normalmente coincidían con sus propios intereses. De modo que, cuando el rey sentenciaba justicia, su decisión era asumida como la decisión divina. Si alguien osaba dudar de esa vinculación allí estaba el mismo rey y su ejército para hacer respetar el orden jurídico llamado divino.
En el caso de la Biblia, es claro que la promulgación de las leyes en el monte Sinaí (Éxodo 19:1-Números 10:11) conlleva la intención de establecer un cuerpo legal dado por Dios para que lo administren los seres humanos. Podemos decir que a partir del establecimiento de este cuerpo legal objetivo queda sentado que la justicia de Dios se aplica a todos, y que el rey, juez o sacerdote deben administrarla, pero que no son sus propietarios ni sus intérpretes exclusivos. Dios se reserva la última palabra en este campo.

La justicia desde la fe
El concepto justicia es con seguridad una idea clave de la existencia humana, e indica el mantenimiento o administración de lo que es justo, especialmente mediante el ajuste imparcial de reclamos en conflicto o la asignación de recompensas o castigos merecidos.
Apunta a un orden balanceado o armonizado de derechos y deberes. Su objetivo es el funcionamiento armonioso de las diferentes partes que conforman una sociedad o Estado.
Cuando nos acercamos a la justicia desde la fe, podemos definirla como la acción que busca la integración de toda la comunidad humana en unas relaciones donde impere el amor. Aún más: la justicia es imposible si la verdad y la libertad se ven frustradas. En un orden de derecho, la justicia es la aplicación de la ley con el fin de que cada persona logre la realización de sus derechos y cumpla la imposición de sus deberes en la sociedad. Para que
estos fines se realicen, la administración de la justicia deberá ser imparcial, equitativa, accesible, independiente, rápida y eficaz. Habrá justicia allí donde todo ser humano encuentre en el orden jurídico un recurso donde ampararse del abuso y donde defenderse del atropello a sus derechos.
Los seres humanos unen la idea de justicia con su idea y experiencia de Dios. En el caso de la Biblia, podemos decir que toda ella está atravesada por la realidad de la justicia que ponen en práctica el hombre y Dios: justicia humana y justicia divina. Para la Biblia, Dios se revela como un Dios justo y que hace justicia al ser humano concreto, en su historia y en sus relaciones.
Pero la justicia no puede ser reducida únicamente a las dimensiones humanas. Israel no es un pueblo que exista en soledad. El Señor, su Dios, está absolutamente comprometido con él, junto a él, en una alianza por la vida. La justicia de Israel está unida a la justicia de Dios en su historia. Pero para el pueblo de Israel, igual que para todo el mundo, la experiencia de la justicia se experimenta ante la injusticia. La injusticia se la vivió en la servidumbre en Egipto, la deportación a Asiria y a Babilonia, y en la explotación y la exclusión de los indigentes bajo los reyes de Israel y de Judá y durante todos los siglos siguientes.
Lo novedoso del mensaje de la Biblia lo pone Dios mismo. Dios es el primero en no tolerar la injusticia que sufre su pueblo, sea que la ejerzan sus enemigos externos (por ejemplo, los egipcios que los esclavizan y oprimen), o ya sea que se ejerza dentro de la propia sociedad israelita (los reyes que oprimen a los pobres con impuestos o les roban la tierra). Esto plantea al pueblo de Israel el desafío de ser justo en todas sus relaciones lo mismo que su Dios es justo con él.
El perdón, que permite el regreso junto a Dios, es siempre la renovación de la alianza. Ésta puede ser rota por Israel, pero para el Señor es perpetua (Jr 31:31-34; 33:8). El perdón actualiza la lealtad de Dios hacia su alianza. En adelante, la Ley/Torá de Dios estará inscrita en el corazón del ser humano. El corazón, en la simbología bíblica, es el lugar de la inteligencia y la decisión personal, libre y responsable. El pueblo es renovado al saberse perdonado gratuitamente. Conoce a su Dios en lo íntimo de su ser, mediante una relación completamente personal.

Jesús, el que cumple la justicia nueva con Dios
En el Nuevo Testamento, Jesús lleva a cabo el ideal de justicia de los profetas: viene a ofrecer a cada uno, y en primer lugar a los excluidos y a los pecadores, una relación nueva con Dios, su Padre, nuestro Padre. De eso se trata la Buena Nueva, el Evangelio: cómo el amor de Dios, vivido por Jesús hasta el final, se nos ofrece para transformar todas nuestras relaciones con él y entre nosotros.
La venida del Reino de Dios es un componente esencial del Nuevo Testamento donde se ve que Jesús prefiere el término «Reino» o «Reinado de Dios» al de «justicia». Anunciado por los
profetas, el advenimiento del Reino de Dios ya no es una promesa para el futuro. Desde ahora toma cuerpo en la persona de Jesús (Mt 4:17; Mc 1:14-15), enviado por Dios para cumplir «toda justicia» (Mt 3:15).
En este contexto, la justicia que se le reconoce a Jesús caracteriza la actitud de aquel que se muestra totalmente fiel a la voluntad de Dios y observa sus preceptos. Recibida por la muerte y la resurrección de Cristo, la justicia se presenta igualmente como un don que viene a restablecer a la humanidad en una justa relación con Dios, permitiendo así a los hombres vivir en la alianza que les une inseparablemente a Dios y a sus hermanos.
Pablo menciona en numerosas ocasiones la «justicia». De las 91 veces que aparece esta palabra en el Nuevo Testamento, 52 se dan en las cartas paulinas. Asociado al de la «justificación», el tema de la justicia ocupa, por tanto, un lugar privilegiado en la obra de Pablo; lo encontramos sobre todo en las cartas a los Gálatas y a los Romanos (Gal 2:16-21; 3:6-29; Ro 1:16-17). En estas dos cartas, escritas en contextos diferentes, Pablo profundiza en el misterio de la salvación llevado a cabo por Jesucristo y pone de manifiesto sus consecuencias para la vida de los creyentes. Para Pablo, la justicia no podría ser adquirida por la obediencia a la voluntad de Dios, sino que debe ser recibida solamente por la fe. Así es que Dios. justifica, considera justo, al pecador.
América Latina manifiesta un déficit crónico en lo que hace al ejercicio y vigencia de la justicia. El evangelio del reino de Dios nos exhorta a la práctica de la justicia, consecuencia intrínseca del perdón y la reconciliación en Jesucristo. Nuestra fidelidad al llamado del evangelio demanda que asumamos la responsabilidad cristiana en las situaciones conflictivas de nuestro continente. La iglesia debe afirmar y promover la vida negada por todo pecado, por las estructuras injustas y los grupos de interés mezquino.
Ponemos en sus manos este aporte de la Serie Ciudadanía Basada en la Fe, para que en su diálogo con la Biblia y desde su experiencia, pueda profundizar en la propuesta de justicia que Dios nos plantea en su Palabra. Esperamos que una vez que tenga más claro el panorama bíblico sobre el tema, pueda asumir junto a otras y otros, en comunidad, el desafío de ser sal y luz en medio de las tinieblas que nos rodean (Mateo 5:13-16).

Daniel Oliva
Sociedades Bíblicas Unidas en Ecuador

El ideal de toda sociedad

El ideal de toda sociedad es la convivencia pacífica en su interior y con las otras sociedades con las que interactúa. En el mundo hiperconectado del siglo XXI, cualquier conflicto de cualquiera de las sociedades en cualquier lugar del planeta puede llegar a afectarnos. Leer más…

¿Cómo es un buen gobierno?

Podemos tener grandes ideales y podemos soñar con una gran nación, próspera, en paz y de bienestar en general. Pero la realización de ese ideal soñado dependerá tanto del tipo de personas que ejercen el liderazgo de las distintas áreas de la sociedad, como del “capital humano” con que cuente esa sociedad, Leer más…

La justicia produce bienestar

Más que dar a cada uno lo que corresponde, la justicia es sinónimo de verdad, de juicio, de templanza y madurez. La justicia no sólo depende de las leyes que rigen en una sociedad; la verdadera justicia también reside en la madurez y templanza de los ciudadanos que cuidan la rectitud de cada una de sus acciones. Leer más…

Dios, Creador y Legislador

Dios, como Creador y Sustentador de su creación, ha establecido las normas para asegurar una convivencia mutua y pacífica. Se interesa por todos los seres humanos y por sus necesidades físicas, intelectuales, emocionales, espirituales, sociales y culturales. Leer más…

La crisis provocada por “la caída”

En el libro del Génesis, capítulo 3, se describe el grave error que cometieron Adán y Eva al no seguir el mandamiento de Dios. A esta desobediencia se la describe como “la caída” del ser humano. Y se la ha denominado así porque, motivada particularmente por la codicia, Leer más…

Una justicia que se debe restaurar

En Su Palabra, Dios demanda acciones concretas y prontas que corrijan de manera efectiva toda injusticia, inmoralidad y corrupción. Jueces, fiscales, abogados, burocracia judicial, entre otros, tienen la responsabilidad de ejercer sus actividades en un marco de ética a toda prueba. Leer más…

Conciliadores y pacificadores

La Real Academia Española define el verbo “conciliar” como “poner de acuerdo (a dos o más personas entre sí)” y “hacer compatibles (cosas opuestas entre sí)”. Actualmente vivimos en medio de una sociedad polarizada por distintas razones. Leer más…

El valor de la iniciativa

La proactividad es la inventiva para vivir honradamente, es el deseo de superación; es la capacidad de transformar nuestro medio, nuestra sociedad, para bien. Es la diligencia con la que administramos nuestros asuntos personales, familiares, cívicos y sociales. Leer más…

El valor de la integridad

La integridad como virtud implica la ausencia de dobleces, inconsistencias de carácter, dualidades o hipocresías. La integridad nos hace uno, siempre uno y el mismo en todo lugar y circunstancia. Leer más…

Un caso de la Biblia

En el primer libro de Reyes se cuenta la historia de un hombre llamado Nabot, que es condenado por medio de testigos falsos para que el gobernante pueda quedarse con un terreno que Nabot había heredado de sus padres. Leer más…

Un caso de la vida real

En diciembre de 2009, ocurrió un confuso incidente en que murieron baleados en la calle dos jóvenes. La primera víctima recibió un impacto de bala y la segunda dos. Leer más…

Esperanza en la justicia de Dios

Las Sagradas Escrituras nos animan a no desalentarnos mientras esperamos la justicia de Dios sin dejar de luchar porque la justicia terrenal sea impartida con eficacia entre los ciudadanos de nuestro país. Leer más…